El reto de participar en una prueba como la Cape Epic era importante y, después de una semana de haber regresado de la prueba, la satisfacción por la experiencia vivida es enorme. Ha sido una experiencia brutal, intensísima. El extraordinario ambiente ciclista que se vivía cada día era sensacional.
La primera etapa fue de subidón de adrenalina. Después de tantos meses preparando la prueba, del viaje, de levantarnos a la 4 de la mañana para desayunar y desplazarnos en autobús hasta la salida, 1200 participantes se apostaban ante la salida, con la música a tope, brazos al viento dando palmas, helicóptero sobrevolando la enorme cola multicolor y enardeciendo y calentando a las decenas de riders sedientos de kilómetros.
El equipo Doctore Bike 2, momentos antes de empezar la Cape. Todavía con buena cara.
La salida fue fulgurante, además mi pulsómetro, no funcionaba, lo que no me permitía ver a cuantas pulsaciones iba. Es igual, las piernas respondían. Durante las 3 primeras horas de carrera estuve al tope de mi frecuencia cardíaca (a lo cual no estoy acostumbrado), lo que, unido a la deshidratación, pagué caro en el km 55 (quedaban 70!), con fuertes rampas que se irían repitiendo e incrementando a medida que pasaban los kilómetros.
Primeros metros después de la salida
Los últimos 7 km, por una estrecha vía de tren, fueron los momentos de mayor sufrimiento físico que he vivido en toda mi vida, deportivamente hablando,… en fin, un calvario en el que no me voy a recrear.
El desánimo se apoderó de mí, pensaba que el segundo día no podría tomar la salida. Mis piernas habían quedado en un estado lamentable. La noche no fue todo lo reparadora que a mí me hubiese gustado, pues con tanto cansancio, conciliar el sueño fue harto difícil. Con muchas reservas inicié la segunda etapa. La sorpresa fue mayúscula, porque a medida que caían los kilómetros mis piernas se sentían mejor, y mejor. Fue increíble ver como mi estado de ánimo también iba creciendo con la recuperación de mis piernas.
En ciertos momentos de la etapa, se formaban grupos más o menos compactos
A partir de ahí, muscularmente la Cape fue de fábula. De menos a más. Aunque parezca increíble, a medida que pasaban los días me encontraba mejor de piernas. La aclimatación ya daba sus frutos, la alimentación y la hidratación la llevábamos a rajatabla y la mente sólo podía estar en Suráfrica, por lo que al tener todos los sentidos puestos en la carrera las sensaciones eran cada vez mejores. Ni por un momento recibí la visita del Hombre del Mazo, hecho que prueba la buena preparación que llevábamos y la buena alimentación y suplementación que estábamos realizando.
GRAN MOMENTO, cuando cruzabas la meta. ¿UNA MENOS PARA ACABAR!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Esto no quiere decir que no acabásemos las etapas fundidos y extenuados, pues cada día dábamos el máximo en carrera y no podíamos reservar ni un ápice de fuerza.
Imagen de lo fundido que llegaba el 452-1. El pulgar hacia arriba, expresa la euforia que se siente, aunque los músculos de la cara no lo reflejen ...
El 452-2, no acababa mucho mejor ...
Generalmente, en las subidas, adelantábamos a gente, a pesar de no llevar dobles, que es la bici ideal para este terreno. En los planos, y gracias al entreno que hice, también me sentía bastante seguro, aunque, era necesario buscar compañeros de viaje, pues el viento que azotaba era tan fuerte, que el esfuerzo individual era un suicidio. Recuerdo cómo en la penúltima etapa, y después del primer avituallamiento, un grupo de unos 12-15 corredores nos agrupamos. Después de 1,5 km, volví la vista atrás y tan sólo uno seguía a rueda. Sin cruzar palabra hicimos relevos durante unos 7 km, de una manera perfecta y sincronizada. ¡Fantástico!
En ciertos momentos, los relevos, lamentablemente NO existían ...
Una de las largas bajadas que nos encontramos ...
No todo iba a ser pedalear...podemos ver como Raúl y Carlos juegan a hacer castillos de botellas de vidrio ...
Exhibiendo con orgullo nuestra "cuna" ciclista
Uno de tantos momentos en los que el sufrimiento por el calor asfixiante y el cansancio acumulado era extremo ...
A todos aquellos a los que les gustan las dos ruedas, os animo a que vivais una experiencia como esta, sino es la Cape Epic, cualquier otra carrera por etapas, que las hay. Es excepcional la intensidad con la que se viven y se disfrutan todos los minutos del día.
Estos son los llamados SINGLE TRACKS ... tramos preciosos en los que lo único que sobraba era el cansancio que llevábamos acumulado, y que no te dejaba disfrutar con toda la intensidad que merecía el recorrido, ya que acostumbraban a estar en los tramos finales de las etapas
Uno de los MEJORES MOMENTOS de cada día, el de la llegada.
Más single tracks!
PIC-NIC final después de la ÚLTIMA ETAPA, con nuestros amigos de Arenys. Menudo pic-nic, espectacular: foie+quesos+bandejitas delicatessen+galletitas saladas+galleta chocolate postre+vino blanco+etc., UFF! QUIN FESTIVAL!!!!!!
Ah! eso sí, cuidad desde el primer día de vuestro precioso trasero, pues de nada sirve toda la preparación que has llevado a cabo si por descuido o por cualquier otro motivo, a partir de la cuarta etapa, no puedes sentarte en el sillín … ;-(
Hasta la próxima … y que sea pronto :-)
452-1
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