martes, 23 de noviembre de 2010

Se acabó el verano

Día:  21 de noviembre de 2010
Hora: 7:30 hrs
Night’s: Jesús, Enric, Cèsar, Joan, Henrik, Jenaro i Hernan
Distancia: 40,9 km
Ride Time: 2 hrs 45 min
Velocidad media: 15 km/h

El frío ya llegó y para celebrarlo quedamos a las 7:30 pues eso es salud. Aunque a Carlos nadie se lo ha explicado y es el primero en caer junto con el termómetro. A mejorarse.

Subimos por Mas Nadal para calentar más y mejor y desestimamos el primer intento de Jenaro a alternativas de bici al hombro. No, si al final aprenderemos. Su humor y fuerzas progresarán muy satisfactoriamente a medida que avance la mañana. Pues no sólo será siempre el primero en coronar puertos sinó que lo hará con sobrada alegría.

Por corriols, que no por conocidos faltos de encanto, nos plantamos en can Bruguera y por otros tantos hasta Can Guitart. Jesús lidera la ruta, algo que le agradecemos pues la belleza del itinerario es incontestable. Desde los rucs a Dos Rius sobre alfombras de hojas, es lo que tiene la época, a ritmo vivo pues el frio de la “fondalada” obliga.

Las prisas hacen cuestionar a Joan la necesidad del café. ¿Un domingo sin café? Hasta ahí podíamos llegar. La rebelión es unánime. Si no quieres café te tomas una tila.
A la de tres y Henrik dispara su cámara. Lluiiiiiiiiiiiiiiiiiiis.


El café

Y lo bueno, aún más si cabe, empieza entonces. Jesús nunca dejará de sorprender con su conocimiento de la zona y la belleza de caminos inescrutables. Salimos así en dirección a Mataró entre árboles y senderos densos de sube y baja. El olor a cerdo, con perdón, indica que estamos cerca de la granja. O eso o alguien va flojo de barrigas.

Las únicas dudas surgieron al llegar a un descampado con boñigas, caminante no hay camino. Es por aquí, que si, que no. Esperaros que me adelanto. Parece que no vuelve. Nos cruzamos todos varias veces, buenos días, buenos días. Aquí hay unas roderas. Si, son las tuyas que ya has pasado cuatro veces. César sabe por donde es pero está entretenido intentando sacar su bici de dentro unos matorrales. Al final Enric, quien si no, au va, ¿ja esteu?, es per aquí.

Encontramos a unos cazadores, bocadillo de judías en una mano y un Winchester 73 en la otra. ¿Aquesta riera on porta? No se si contestaron o vociferaban el reclamo del jabalí, pues en ningún momento dejaron de masticar. Mi madre siempre me dijo que no discutiera con nadie que acariciase su arma con orgullo.

Así que para bajo, entre sombras y vegetación agradable, aunque bajo sospecha, seguro que en su día fueron ortigas. Y por la riera hasta la autovía. De inmediato subimos por más corriols, como no, esos que acostumbramos a bajar, pero ahora del revés, en busca de la pista del Parc Forestal. Y mientras Joan y un servidor nos peleamos para puntuar en el premio la montaña, nos adelanta Jenaro con una soltura envidiable. Au ves.
Pista hasta Can Bruguera y para casa que hay compromisos. A excepción de un par que le ponen la guinda a la salida fugándose entre trialeras salvajes y concursantes despistados de número en pecho que aparecían por todas partes. Pero aquí que regalan?

Gato con botas ... no caza ratones! (FOTO DE ARCHIVO)

lunes, 8 de noviembre de 2010

THE ROVELLON BIKERS

Nights: Jesús, César, Jenaro, Carlos, Joan, Enric i Hernan
Hora: 8:00

Km: 57

Voy a saltarme comentar la primera parte de la crónica de la salida de hoy pues me dicen que este blog lo leen también niños.

Pero si decir que tenía reservadas ciertas expresiones para cuando hiciera una crónica. Expresiones del tipo serpiente multicolor, demarraje, temperatura ideal, ritmo alegre, formación de abanicos o neutralización de escapada, propias del argot, pero que no sé donde narices colocar.
Permítanme aunque sea, una pequeña pedantería, que la confianza que les voy cogiendo y el pateo realizado, que no pataleta, me conceden. Venden pues en el Decathlon unas cestitas muy monas que se anclan al manillar sin demasiada dificultad. Lo digo para prepararnos a conciencia el domingo con visita papal que decidamos dedicarlo a buscar robellones por corrioles de reguerots impracticables en vez de pedalear, que es para lo que sirven las bicicletas o al menos así me lo vendieron a mi.

Y lo de “arribarem a la creu per un camí ràpit que no heu fet mai” debería parecernos cuanto menos sospechoso. Si es que…

Dicho lo dicho, la bajada a Vallgorguina sirvió para eliminar tensiones y divertirse un rato saltando entre troncos, tierra mojada, nieblas, hojas caídas y olor a otoño.

Café, retoque de maquillajes en el lavabo e increíble ofrenda a las simpáticas camareras del revoltillo de bulets que Jenaro guardaba en algún incierto lugar de su cuerpo y de valor incalculable pues su adquisición había puesto a prueba la contrastada integridad del equipo. Nos compensan, la generosidad, con una fantástica deconstrucción de coca azucarada rellena de jabugo, impresionante. A partir de ahí el caçador nos libera y regresa a casa tan ancho, feina feta, acompañado, eso si, por quienes pretenden un arrós de llanegues.

Con el grupo a la mitad de efectivos iniciamos subida dirección al Montnegre por el bello y exigente camino ya consagrado. El tráfico existente revela que estamos en medio de una carrera, humilde y voluntariosa a juzgar por la velocidad de los participantes (segunda pedantería). En eso que a medio hacer localizamos un sendero a mano derecha. Mirem a veure on va?. Que si, que no, venga parriba. Emprendemos entonces una ascensión inimaginable de rampas del 40% y más, curva paquí, curva pallà, piedras que ruedan hacia atrás hasta perderse en el vacío antes de impactar en alguno. Si te paras retrocedes. El marcador de desnivel se queda sin cifras. Eco en la cumbre, vistas espectaculares, inexistencia de oxígeno, osos polares.



Alcanzada la cima y orientados al reconocer la pista, sorteamos una peña excursionista no demasiado competitiva, intentamos reproducir el grato recorrido hacia Sant Iscle de hace unos domingos, sin éxito, al menos en parte, pues las subidas si las acertamos todas. Algunas, a esas alturas de ruta, ya se antojaban interminables.

Castigados suficientemente, y ya con síntomas de amnesia transitoria por no recordar la ruta de descenso, decidimos aventurarnos y tirar por el primer corriol franqueado por encinas sureras, así de tronco en tronco caído, saltamos ramas, unas a pie y otras andando, hasta llegar a la urbanización Can Palau donde Carlos, gracias a sus habilidosas dotes para obtener inform(fación, consigue descifrar la confusa respuesta de un lugareño, con pocos dientes y mucha historia, a la pregunta de si faltaba mucho para el mar.

Sureres Montegre
Poca discusión hubo a la sugerencia de volver por la nacional una vez superado Sant Cebrià de Vallalta. Dada la hora. Así que desde San Pol para casa en perfecta formación (“perfecta formación” esta si la he colado), donde se suceden los relevos en los que uno se congratula en participar, pues no es muy ducho en eso de la carretera. Y cuando uno ya celebraba que por primera vez seria el primero en llegar a meta, en pie, con los brazos en alto, señalando al cielo y besando el escudo, aparece la KTM de Joan a toda leche despegándome esos adhesivos que Raúl se empeña en poner y yo en quitar. En fin, cada cual en su sitio.

Que la próxima sirva para purificar esos espíritus impuros de tentaciones y cargas cotidianas y se reúnan todas las circunstancias necesarias para disfrutar todos y cada uno para así olvidarlas (Benedicto XVI)